Modelos para armar en Santa Fe

domingo, 31 de enero de 2016

Claves. El gobierno nacional posiciona al intendente de Santa Fe para implantar en la provincia el formato de Cambiemos. El socialismo mira con desconfianza los pasos de Corral y busca retener a la UCR en el Frente Progresista    Análisis político, por Mauricio Maronna / La Capital 

Cordial, con algunos nubarrones. Así definen en el gobierno santafesino la relación con el Ejecutivo nacional. Como dos a quererse, a ser indiferentes o a detestarse, el paso del tiempo definirá los vaivenes de la convivencia política.

Mauricio Macri tiene una pieza para jugar en el ajedrez político santafesino a la hora de bosquejar un escenario para 2019: el intendente de la capital y presidente de la UCR, José Corral. Hasta aquí, Corral ha sido el más enfático defensor hasta de las decisiones más polémicas que activó el presidente de la Nación desde su cargo institucional al frente del partido aliado al PRO.

El propio Macri —en la entrevista concedida a La Capital en la Quinta de Olivos— les dio aire al intendente santafesino y a Mario Barletta cuando se le preguntó si su idea era replicar el formato de Cambiemos en la provincia de Santa Fe.

El intendente santafesino confió en reuniones con dirigentes del macrismo su intención de ser candidato a gobernador en 2019, según reveló públicamente el diputado nacional del PRO Alvaro González, quien supo ser operador del PJ.

Pero no todas son rosas para el intendente santafesino: sus movidas comenzaron a ser miradas con gestos de desconfianza por un sector de la UCR y, fundamentalmente, por el gobernador santafesino Miguel Lifschitz, quien no dirá nada públicamente sobre el tema pero sigue atentamente los pasos del titular del radicalismo.

Adelantando tiempos. “Nunca se puede hacer el paso más largo que la pierna”, se escuchó decir en los pasillos de la Casa Gris respecto de los movimientos de Corral. Advierten en el socialismo que una eventual candidatura del intendente también llena de gozo a sectores históricamente vinculados a la burocracia capitalina que se quedaron sin referencia en lo más alto del poder desde que Hermes Binner destronó al peronismo, en 2007.

“Yo estoy muy a gusto en el Frente Progresista y lo seguiré estando; habrá que ver si otros podrán decir lo mismo llegado el momento, si es que ese momento llega”, dicen que se le escuchó decir a Lifschitz al ser consultado en una reunión partidaria sobre una eventual disputa a futuro entre el oficialismo santafesino y Cambiemos.

Por ahora el desarrollo de las acciones y los aprontes pasan más por lo gestual y el álbum de fotos que por las declaraciones en voz alta, salvo por lo que mencionó el diputado provincial Federico Angelini, del PRO, quien señaló que los radicales deben definirse antes de fines de 2016.

En ese sentido, el primer blanqueo de las intenciones del macrismo quedó expuesto en la reunión de algunos intendentes y diputados nacionales del PRO y del radicalismo con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, en la Casa Rosada.

En el comunicado posterior a esa reunión se dijo que toda la delegación santafesina pertenecía a Cambiemos cuando, en realidad, los radicales fueron electos por el Frente Progresista. En la Gobernación santafesina y en el socialismo sacan cuentas y aseguran que los radicales que podrían dar el salto “no representan ni al 30% del partido”.

Si algo genera adrenalina a los radicales es su pasión por las internas y, en base a esa particularidad, nadie podría asegurar que la cuestión de la pertenencia a la centroizquierda o a la centroderecha no vuelva a enfrentarlos en el tránsito hacia 2017.

“Ningún partido salvo el socialismo tiene candidato para el 2017”, dijo a este diario una fuente referenciada en el oficialismo. Cuando se la consultó por el nombre y apellido, respondió con un terminante: “Sin comentarios”. A la hora de escudriñar la realidad del PS no hay demasiados nombres disponibles con peso específico salvo el de Antonio Bonfatti, sobre todo tras la performance de Hermes Binner en las últimas elecciones. Pero Bonfatti es diputado provincial hasta 2019.

La única verdad. Entre tantas especulaciones y mesas de arena, lo que definirá el futuro del socialismo, del Frente Progresista y de Cambiemos serán los resultados de las gestiones de Macri y Lifschitz.

Luego del escenario de tres tercios en que quedó dibujada la realidad política santafesina, si Lifschitz no hace una buena gestión se habrá terminado en 2019 el tiempo del socialismo y del Frente Progresista en el poder. Todo el peso de la responsabilidad cae en los hombros del actual mandatario. Lo propio sucederá si el que flaquea es el presidente de la Nación. Como extraña situación del destino, los radicales podrán operar de acuerdo al resultado de esos balances.

Si, por contraste, Lifschitz logra sacar adelante con éxito su gestión al frente de la Casa Gris no habría que descartar, incluso, la intención de ir por la reelección. Para eso debería haber una reforma a la Constitución provincial que modifique la cláusula que impide que un gobernador sea reelecto. Aunque parezca política ficción, por lo pronto Lifschitz, en la entrevista que concedió a La Capital el domingo pasado, admitió su intención de ir por la reforma y no habló de una “autolimitación” para volver a postularse.

Peronismo santafesino. El tercio restante de la política santafesina pertenece al peronismo, donde hay tantos grupos como en el line up del festival Lollapalooza. La derrota nacional de Daniel Scioli dejó al PJ en estado de agitación y confusión. Nadie podría aventurar por estas horas cómo terminará la relación entre cristinistas, kirchneristas suaves y peronistas clásicos.

Lejos está el peronismo santafesino de convertirse en un palíndromo, esa palabra o conjunto de palabras que se leen igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. Los sectores de Omar Perotti, Agustín Rossi, La Cámpora, el Movimiento Evita, Luis Rubeo y el massismo —entre muchos otros— están más lejos de acordar una estrategia común que Rosario de Alaska. Sin olvidar a “los senadores”, ese espacio gelatinoso a la hora del encuadre interno que, sin embargo, talla fuerte a la hora de disputar los territorios.

Por lo pronto, Lifschitz no deja de mirar con atención los movimientos en el PJ. Siempre se dijo que el actual gobernador es “el más peronista de los socialistas”, aunque por ahora la grilla de nombres de su gobierno no le otorgue la razón a esa cita. Habrá que esperar para saber si resulta buen pescador de río revuelto.

El futuro de la administración actual del Frente Progresista se resolverá o no de acuerdo a los resultados en materia de seguridad. Es ahí donde Lifschitz deberá demostrar mayor aptitud que sus antecesores para ganarse el favor de los santafesinos. La módica sensación de mejora en los fríos números de la estadística, y de satisfacción por la captura de los hermanos Lanatta y Víctor Schillaci, quedó esmerilada tras el brutal asesinato de un taxista y de otros episodios trágicos.

Al fin, los formatos políticos en la provincia también dependerán de la gestión. Por ahora, esa es la mejor noticia.

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Cambiemos Santa Fe

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