Mi hijo no quiere saber nada con los Zoom de la escuela

lunes, 13 de julio de 2020

Qué hacer cuando rechazan el único contacto con sus maestros y compañeros. Qué hacer cuando los chicos rechazan el único contacto con sus maestros y compañeros. Ludmila Moscato     Clarín.com Familias

“Mientras muchos de los compañeritos participaban, ella corría por el living de casa gritando ‘no, no quiero’. Traté de que se sentara conmigo frente a la computadora e hizo tal berrinche que tuve que apagar el sonido y dejarla ir a jugar. Me quedé unos minutos sola en el Zoom y me fui antes. Nunca más la hice participar”. La escena que describe María Pérez respecto a lo que le ocurre con su hija de 3 años, se repite en muchísimos hogares en los que padres y madres no saben qué hacer ante el rechazo de sus hijos a la única manera de vincularse con el colegio en este momento. ¿Qué pasa cuando los chicos se niegan rotundamente a participar en los Zoom de la escuela?

“A Astor le ocurre que cuando él habla, no necesariamente se lo escucha del otro lado. Le cuesta mucho la no presencialidad. Se esconde, se baja de la silla, se va. Estando en la escuela esto se resuelve fácil: alguien te dice que esperes; pero acá lo que pasa es que efectivamente no lo escuchan”, cuenta Deborah Pragier, sobre las escenas en Zoom de su hijo, que asiste a primer grado.

La edad del chico, su personalidad, el contexto, la no familiaridad tanto con el dispositivo como con los maestros y la escuela... Muchos son los factores que pueden influir en el hecho de que los chicos literalmente huyan de los Zoom. Marisa Russomando, psicóloga especialista en crianza, explica uno de ellos: “Una de las cuestiones que se ponen en juego es la adaptación o no de los chicos a la virtualidad. Hay chicos familiarizados, porque tienen familiares lejos por ejemplo, y hay chicos para los que es un medio ajeno, y encima en este caso no hubo un tiempo para acomodarse o adaptarse”, detalla.

Aprender a leer ¿por videollamada?

Es el caso de Cecilia Acuña, cuya hija de 6 años, Lucy, fue solamente dos semanas a un colegio nuevo, en donde no solo no conocía a sus maestros ni a ninguno de sus compañeros, sino que además, por el hecho de entrar a primer grado, ni siquiera llegó a habituarse a las dinámicas propias de lo que implica la escuela primaria.

Las escenas por Zoom que les tocan tres veces por semana se daban entre el desgano de su hija y sus tareas laborales: “No le atrae por varios motivos: primero, porque en los Zoom de la escuela no hay nadie que ella conozca. Después, por las condiciones: son siete chicos en un encuentro que solo dura media hora; entonces se pierden, están aprendiendo a escribir, a leer, por ahí no entiende lo que tiene que hacer, y la maestra avanza igual silenciándolos aporque a la media hora se corta el Zoom”, relata.

 

La atención de los chicos o… La propuesta educativa

Los docentes viven una etapa que representa un gran desafío. Si ya de por sí deben desplegar estrategias motivantes para capturar la atención de sus alumnos, con contenidos que los interpelen, este momento en particular requiere de grandes dosis de creatividad respecto a lo pedagógico.

 

El planteo de Roxana Morduchowicz, doctora en comunicación y consultora de Unesco sobre ciudadanía digital, se orienta en esta dirección: “La interacción con el profesor es diferente porque está mediada por una pantalla, pero la interacción deberá seguir existiendo. Si la clase se basa en la sola exposición del docente -ya sea de manera presencial o virtual- el problema es el mismo”, sostiene la especialista.

 

Y agrega: “Para quienes pueden participar de una clase por plataforma digital, el desafío principal es el mismo de siempre: enseñar de manera creativa, contenidos relevantes y significativos. Es cierto que las condiciones y contexto de una clase presencial son diferentes e irremplazables, pero creo que el mayor desafío para mantener la atención de los alumnos no son los dispositivos, sino los contenidos y la propuesta pedagógica. Muchos dirán que el desafío del Zoom es mantener la atención de los alumnos, yo prefiero pensar que la variable siempre es la enseñanza y la propuesta que lleve adelante el docente”.

Gestionar la incertidumbre

El contexto de angustia, incertidumbre y la sensación de que nada de lo que ocurre en este momento es elegido, puede también estar afectando la predisposición de los más pequeños a aceptar condiciones impuestas. Así lo entiende Micaela Gurny, psicoanalista especialista en niños: “Hay chicos que cuando se van los padres apagan la cámara, porque sienten que lo único que pueden elegir es eso. No eligieron nada de lo que viven: estar encerrados en su casa, la pandemia, no ver a familiares y amigos”. Un pequeño margen de acción.

Podría sostenerse que en la medida que los chicos son más pequeños, estos encuentros son más resistidos: el juego en la edad inicial y primer grado se da básicamente en la presencialidad que implica el movimiento, y los encuentros virtuales carecen de todo ello. Sin embargo, como advierte Ezequiel Szapu, doctor en educación, cada edad trae aparejados desafíos diferentes. “Hay una particularidad en los años o grados bisagra: tanto en los últimos como en los primeros. Quienes están iniciando o terminando ciclos pueden estar sufriendo más. Quien empieza la primaria o la secundaria comienza en un lugar nuevo, tiene otros docentes, con otro trato, otro tipo de propuestas. Ya de por sí este pasaje es difícil en condiciones normales; en la virtualidad se exacerba más. Y también quienes a futuro van a ingresar en un nuevo nivel, como los de sala de 5 o séptimo o sexto grado dependiendo la jurisdicción, porque en esos años se hace una preparación de cara al nuevo ciclo, que en este contexto se hace más difícil llevar adelante”, analiza.

 

¿Pueden quedar atrasados respecto a los contenidos? Es el miedo de muchos padres: que los chicos se estén quedando “atrás” respecto a sus compañeros si no participan de estas instancias. Ezequiel Szapu sostiene que ésta no debería ser la preocupación central: “No hay que tener miedo de que se atrasen o no aprendan, seguramente el año que viene haya que hacer un trabajo para que lo puedan ir adquiriendo, no hay algo insalvable. Hoy hay que tratar de contener a las familias para que atraviesen este momento de la mejor manera posible, sobre todo, en lo emocional. La escuela tiene que posicionarse también en ese acompañamiento más allá de estar pendientes de lo académico”, propone.

Entender y contener, claves

¿Qué hacer entonces frente a esta situación concreta? ¿Insistir, aceptar que no quieren, elegir algunos encuentros y no otros? En el caso de Cecilia, decidió ofrecerle la opción de conectarse, pero su hija se niega. Lo que sí, hacen la tarea que le mandan por mail. En el caso de Deborah, se está empezando a plantear dejar de insistir para que Astor participe de todos los Zoom, y probar con los menos multitudinarios. Cynthia Bacari no le da opción a su hija Uma, de 6, previa promesa de una golosina o un premio al terminar. Pero la nena participa con mala cara, o dejando de prestar atención.

 

“No hay recetas en relación a esto, depende mucho de la familia del chico, de por qué efectivamente no quiere participar, si es por vergüenza, no entiende, no le gusta, le aburre. Ahí hay que ver en cada caso la mejor manera de accionar. Yo creo que lo más importante es tratar de entender qué es lo que le está pasando al chico, claro que lo que le está pasando es una pandemia: no poder ver a sus amigos, estar encerrado en su casa, pero bueno, tratar de ayudarlo a transitar todas las emociones que le suceden en relación a esta situación tan compleja que en algunos casos les cuesta terminar de entender y digerir”, agrega Szapu.

 

 

 

Evitar sobreexigirlos (y sobreexigirnos)

Los expertos coinciden en que lo ideal es que los padres no se sientan presionados por estos encuentros. “Hay que bajar las exigencias”, sostiene Gurny, antes de agregar: ”Los padres están sobreexigidos por múltiples demandas: el trabajo, las cosas de la casa, la alimentación, las tareas, lo lúdico. Es un momento único de la humanidad. El mundo cambió y tuvimos que cambiar con él, la pandemia nos encontró en un tiempo y espacio determinado produciendo una ruptura de nuestra cotidianeidad, y nos enfrentó con la incertidumbre y el desconcierto. Es importante poder tener un espacio de reflexión, uno como adulto, un tiempo para uno, es fundamental. Contenerse para poder contener a los chicos”, propone.

Por último, otra cuestión unánime según la mirada de los expertos es no dejar de convocar a la escuela en estos casos. Hablar con los maestros de la situación particular del chico o la chica, poder trasladar la inquietud para que puedan identificar las causas y encontrar la manera no solamente de incrementar su participación, sino de que se sienta mejor en estas escenas. Todo un desafío que, como la pandemia misma, se sobrellevará solamente con un esfuerzo conjunto.

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